DESCRIPCION

La diversidad del estado de Hidalgo se muestra en todos sus horizontes, en su paisaje con extensos valles, altas sierras y abruptos cañones a lo largo de un territorio que va del semidesierto al verdor tropical.
Pachuca es una moderna ciudad de herencia minera, poseedora de una identidad extraída de la tierra. Así como los pachuqueños supieron hacer túneles en las minas, los hidalguenses también presumen orgullosos ser cuna del futbol, sin desatender su veta cultural con destacados museos y la Fototeca Nacional.
Tomando camino se llega a los Pueblos Mágicos, inmersos en el bosque y la montaña. Con su fuerte arraigo minero, Real del Monte, Huasca de Ocampo y Mineral del Chico dominan el panorama de la montaña. Son pueblos que llevan plata en la sangre, que amalgamaron fortunas y títulos nobiliarios. Por otra parte, en el extremo poniente de Hidalgo, Huichapan se presenta como el más elegante, por su bella arquitectura, heredero de una tradición arriera de trabajo y empuje que impulsó la lucha por la Independencia. Tecozautla presume de sus parques acuáticos y su clima incomparable; y por último Zimapán, que guarda espectaculares paisajes semiáridos ideales para vivir una aventura.
Todos ellos son pueblos que se disfrutan desde el primer paso, ya sea por su historia, sus construcciones, su naturaleza, sus tradiciones, su gastronomía o todas juntas.
El Corredor de la Montaña, alrededor de Pachuca, ofrece variedad de atractivos para el visitante, quien tendrá oportunidad de admirar construcciones del siglo XVII, o sumergirse en la naturaleza, haciendo recorridos a pie, en bici o a caballo, en los parajes de Pachuquilla u Omitlán con paisajes privilegiados. Los más relajados encontrarán en Tuzoofari en Epazoyucan un pretexto para salir con la familia, lo mismo sucede con las aguas termales en Santa María Amajac en Atotonilco El Grande. La gastronomía es otro punto fuerte y la mayoría dirá “sí” a los mixiotes, pero lo que pondrá a prueba el paladar son los escamoles, chinicuiles y gusanos de maguey, acompañados de un buen pulque. Sin olvidar los Pueblos Mágicos de Real del Monte, Mineral del Chico y Huasca de Ocampo, los cuales también forman parte de este corredor tan diverso.
El Corredor de la Sierra Husteca esconde algunos de los mejores secretos de Hidalgo. Estas elevadas tierras fueron refugio para los frailes agustinos, quienes construyeron en ella monumentales conventos, como el de los Santos Reyes en Metztitlán o el de Nuestra Señora de Loreto en Molango, en medio de paisajes aún más impresionantes que se hacen uno con la arquitectura monástica. La naturaleza es diversa, lugares como la Barranca de Metztitlán, con sus cactáceas, contrasta con el verdor de la Huejutla en la Huasteca donde las tradiciones ancestrales afloran en sus fiestas como el Carnaval o el Xantolo, al son de la jarana y el violín.
En el Corredor de los Balnearios y Parques Acuáticos toboganes, albercas de olas, aguas termales, cascadas y ríos brindan diversión bajo el sol. No obstante, también es una ruta con tintes culturales, donde los grandes conventos agustinos de San Nicolás Tolentino en Actopan y San Miguel Arcángel en Ixmiquilpan, se hacen presentes en el panorama arquitectónico e histórico. Las Grutas de Xoxafi en Santiago de Anaya complementan este corredor con el toque de aventura.A cada paso del Valle del Mezquital este corredor muestra una fuerte presencia otomí, que aflora con más fuerza en sus expresiones artesanales, religiosas y gastronómicas, esta última de ingredientes inconfundibles, producto del aprovechamiento de cada uno de los recursos disponibles en la naturaleza.
Tula y su antigua ciudad prehispánica, donde habitó Quetzalcóatl, son el núcleo del Corredor Tolteca, donde también hay arquitectura religiosa y civil del siglo XVI en los exconventos de Tepeji del Río, Tula y las antiguas construcciones a lo largo del Camino Real de Tierra Adentro. En Amanali o Bosque Real encontrarás campos de golf de gran clase. Por otra parte, Ajacuba y sus aguas termales para disfrutar en familia complementan estos polifacéticos rumbos.
Hacia el oriente se encuentra el Corredor de los Cuatro Elementos, fuego y aire elevan los globos aerostáticos y uno pasea surcando el cielo claro de la mañana. Ensoñadores paisajes hechos de lagos y tierra relajan o invitan a la aventura, según se desee. En suma, aquí la naturaleza se presenta para el disfrute del viajero. También la arquitectura y la historia se muestran en los museos y construcciones de Tulancingo, cuyos muros cuentan secretos del fuego de la Inquisición. Por otra parte, en los pueblos tradicionales se siente la cercanía con el entorno, el mejor ejemplo es Tenango de Doria, donde las manos artesanas plasman en sus textiles mundos tan imaginarios como reales.
Al sur del Estado, en el Corredor de Haciendas, la historia de la evangelización en Hidalgo comenzó en estos rumbos, Tepeapulco fue la primera fundación conventual con el Convento de San Francisco de Asís. Ahí mismo dio inicio otro fenómeno: comprender la vida de los pueblos indígenas, preocupación que motivó a fray Bernardino de Sahagún. Por otra parte, están las haciendas pulqueras, que desde el siglo XVII aprovecharon los amplios llanos para producir alimentos, pero al darse cuenta de la poca inversión y cuidado que requerían los magueyes, cambiaron de giro, creando una de las industrias más fuertes que existieron en México, la industría pulquera en Zempoala y Apan, misma que tuvo gran auge durante casi dos siglos y que se volvío orgullosa Cuna de la Charrería en México; también resguarda una de las joyas de la ingeniería hidráulica del siglo XVI y actualmente nombrado patrimonio de la humanidad, el Acueducto del Padre Tembleque.
